Página:La media naranja 2.djvu/3

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
La media naranja — 373

— Si fuese verdad todo lo que este poeta dice, este hombre sería mi média naranja; pero...

Aquel pero contenia toda la desesperada filosofía de Clara, que levantándose y preocupada se acostó sin hablar, contra su costumbre, con su doncella Pilar, quien revelaba en sus soñolientos ojos que habia leido las poesías de Morfeo mientras su ama las del vecino poeta.

Cuando Clara quedó á oscuras, sus ideas, sus dudas, surgieron con nueva fuerza en su imaginación. Después de abrumar de improperios mentales á Alfonso, pensó si quizás no era tan falso como parecia; si habría copiado los versos como expresión de sus sentimientos, y aquella mentira inocente era disculpable por la intención.

Fluctuaba su pensamiento entre los nombres de Alfonso y Gonzalo, y en su tremenda duda se acordaba de esta estrofa :

La muerte no da pavor
Al pecho firme y constante,
Sólo es verdadero amante
El que muere por su amor.

— Habrá algún hombre capaz de morir por amor? Todos lo dicen: ¿habrá alguno que lo haga? Tendrá razon este poeta? Será esta la única prueba del verdadero amor?

Si; indudablemente para mi ya no hay otra prueba posible. Yo necesito saber si hay algún hombre capaz de matarse por mí. ¿Será Alfonso capaz de esta prueba? Cómo haría yo para saberlo?

Ah! mañana lo sabré, — se dijo después de cavilar un rato. — La prueba es chistosa y atrevida, pero.... mañana sabré si merece mi amor ó mi desprecio. Mañana creeré, ó quedaré vengada de su engaño.

Y dando una vuelta se acurrucó, y después de agitadas reflexiones que la desvelaban, logró quedar profundamente dormida.

Casi al mismo tiempo que ella, se dormían en sus respectivas camas, Alfonso después de meditar sobre su comprometida y difícil situación; Gonzalo después de deplorar su arrebato, apurar la hiel de sus celos, é idear el modo de recuperar sin peligro su querido y único tomo de poesías.

Mientras ellos duermen, filosofemos nosotros un instante, lector, y si no te gusta la filosofía, duérmete tú también con la lectura