ción del caballo troyano? Es un andid de guerra, concebido para servir a su patria y para vencer a sus enemigos. Engaño es, ciertamente; pero engaño lícito, de csos que di arte de la guerra consiente. econstituyendo en particular la estratagema y en general la estrategia.
La moral de la guerra no la condena: las partes contendientes han convenido tácitamente, de antemano, que cada una tiene el derecho de engañar a la adversaria y de aprovechar los beneficios del engaño.
Pero la astucía de Ulises no es siempre bien intencionala; suele abusar de su ingenio con fines indignos yanuchas veces resulta fementido, traidor, desleal. Se inicia en la vida pública simulando la locura y es su caso, a no dudarlo, el más clásico entre todos los de su género; así desde el comienzo de la guerra de Troyarevela su inclinación al fraude, con un acto desdoroso que no escapó a sus rápsodas menores. No tenía dos años de casado con Penélope, hija de Icaro, cuando todos los griegos se aprestaron al rescate de Helena; mientras ardían los corazones por secundar la venganza de Menelao, Ulises intentó eludir el servicio militar, para no separarse de su joven esposa. Después de inventar mil superollerías que hubieran . avergonzado al valeroso Aquiles o al impetuoso Ayax, no vaciló en simular la locura; atalajó a un arado un caballo y un buey, poniéndose a arar las arenas del mar y sembrando sal en vez de trigo (Cicerón, De Officiis, capitulo XXIV; etc.); fué necesario el perspicaz ingenio de Pelamedes para sospechar el fraude, que descubrió co locando a Telémaco, el hijo del sinulador. en la misma línea del surco: Ulises desvió su arado para no herirley descubierta la picardía se vió forzado a incorporarse a las huestes de Agamenón. Así se lo reprochan Avax (Ovidio, Metamorfosis, lib. XIII, y Filoctetes (Sofóoles, Filoctetes, Esc. IV). Agreguemos que Parrasio pintó un cuadro sobre la simulación de la locura por
