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Cancer »Bueno, señores, estoy cansándoles á uste»des con mi largo relato, pues veo que mi amigo »el señor Jones está impaciente por encerrarme »en un calabozo bien seguro. Voy á abreviar to»do lo que pueda. El infame Sholto fué á la In»dia, pero jamás volvió á vernos. El capitán » Morstan me enseñó su nombre en la lista de »pasajeros de uno de los vapores salidos poco des>pués. Un tío suyo había muerto, dejándole su »fortuna, y él se había separado del ejército; »pero su herencia no le impedía engañar á cinco »hombres como nos había engañado á nosotros.

» Morstan fué & Agra á los pocos días, y compro»bó, como lo esperábamos, que el tesoro había desaparecido. El bandido se lo había robado sin »cumplir una sola de las condiciones en que le »habíamos vendido nuestro secreto. Desde esc ndía ya no viví más que para la venganza, per»sando en ella de día y soñando con ella de no»che. La venganza llegó á ser mi pasión dominante y avasalladora. Poco me importaba la ley, »poco el presidio. Escaparme, perseguir á Sholto »hasta encontrarlo, estrangularlo con mis pro»pias manos; tal era mi único pensamiento. El "mismo tesoro de Agra se había convertido para »mí en cosa de poca importancia al lado de la »necesidad de exterminar á Sholto.

»Sepan ustedes, señores, que durante mi vida