un hilo metálico recorrido por la corriente J1 produce, según Oersted, un campo magnético en su proximidad; un segundo hilo, en el que corre la corriente J2, experimenta entonces acciones de fuerza en este campo magnético. El campo magnético actúa, pues, manifiestamente sobre la electricidad de corriente, desviándola o acelerándola.
Pero entonces se plantea la cuestión siguiente: ¿no podrá el campo magnético poner en movimiento electricidad que esté en reposo? ¿No podrá producir o «inducir» una corriente en el segundo hilo primitivamente privado de corriente?
A esta pregunta ha contestado Faraday (1831). Halló que un campo magnético estático no tiene la propiedad de producir una corriente; pero que surge una corriente tan pronto como se altera el campo magnético. Si, por ejemplo, acercaba de repente un imán a un hilo de conducción cerrado, fluía en el hilo una corriente, mientras duraba el movimiento; o bien, si producía el campo magnético por medio de una corriente primaria, surgía en el segundo hilo, secundario, un corto impulso de corriente, siempre que insertaba o separaba la corriente primera.
De aquí se sigue que la fuerza eléctrica inducida depende de la temporal variación de velocidad del campo magnético. Consiguió Faraday, merced a sus líneas de fuerza, formular la ley cuantitativa del fenómeno. Queremos dar a esta ley una forma tal que se manifieste claramente su analogía con la ley de Biot y Savart. Representémonos un haz de líneas de fuerza magnéticas paralelas, que constituyen un campo magnético, H; alrededor de éste, figurémonos un hilo conductor en forma circular (fig. 87). Si el campo H varía en el breve tiempo t en la cantidad h, llamaremos la velocidad de su variación o la variación del número de líneas de fuerza. Representémonos las líneas de fuerza como cadenas de dípolos magnéticos (lo cual propiamente no está permitido, según Ampere) entonces, al variar