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Leyes fundamentales de la electrodinámica.

cillas que se manifiestan en la experiencia como campos electromagnéticos.

Hay también otras teorías más finas y a veces muy ingeniosas que consideran el éter como un flúido cuya velocidad de corriente es, por ejemplo, el campo eléctrico, y cuyos remolinos serían, en cambio, el campo magnético. Bjerknes ha bosquejado una teoría en la cual las cargas eléctricas son representadas como esferas que laten en el flúido etéreo, y ha mostrado que estas esferas ejercen unas sobre otras fuerzas que tienen una notable semejanza con las electromagnéticas.

Si inquirimos ahora el sentido y valor de tales teorías, hay que decir en su favor que han servido a veces, aunque raras, de estimulo para nuevos experimentos y descubrimientos de nuevos fenómenos. Pero muchas otras veces han inducido a grandes y penosas investigaciones experimentales, para decidir entre dos teorías del éter que eran ambas igualmente fantásticas e inverosímiles; de esta manera se ha desperdiciado absurdamente mucha labor. Todavía hay hoy gentes que consideran la explicación mecánica del éter electromagnético como una exigencia de la razón; siguen saliendo teorías que, naturalmente, son cada vez más abstrusas, pues la riqueza de los hechos a explicar, y por ende la dificultad del problema, aumenta de continuo.

Heinrich Hertz mantúvose conscientemente al margen de toda especulación mecanicista. Citemos sus propias palabras: «El interior de todos los cuerpos, incluidos en el libre éter, puede experimentar perturbaciones que designamos con el nombre de eléctricas, y otras perturbaciones que llamamos magnéticas. La esencia de esos cambios de estado no la conocemos; sólo conocemos los fenómenos que produce su presencia.» Esta renuncia clara a la explicación mecánica tiene una gran importancia metódica. Abre el camino para los grandes progresos que han sido alcanzados por los trabajos de Einstein. Las propiedades mecánicas de los sólidos y de los líquidos nos son conocidas por la experiencia; mas esta experiencia se refiere tan sólo a su conducta en lo grosero. Puede muy bien ser—y