No podemos aquí ni describir ni discutir en particular todos esos experimentos. Son, en parte, de óptica y se refieren a los procesos de reflexión y refracción, doble refracción, rotación del plano de polarización, etc.; en parte son electromagnéticos, y se refieren a los fenómenos de inducción, distribución de la corriente en hilos, etc. La técnica física permite hoy determinar si en esos procesos existe o no un influjo del segundo orden producido por el movimiento de la Tierra. Particularmente digno de atención es un experimento de Trouton y Noble (1903) para hallar una fuerza de rotación que debiera, a consecuencia del viento de éter, presentarse en un condensador de placas colgado.
Todos estos experimentos dieron, sin excepción, resultados negativos. No podía seguirse dudando: un movimiento de traslación por el éter no puede ser percibido por el observador que lo realiza. El principio de relatividad, válido en la mecánica, extiende, pues, su validez a la totalidad de los procesos electromagnéticos.
Lorentz se proponía conciliar tal hecho con su teoría del éter; y no parecía que hubiese otro camino que el de admitir la hipótesis de la contracción y elaborarla con las leyes de la teoría electrónica para constituir un conjunto unitario y coherente. Ante todo, advirtió que un sistema de cargas eléctricas que se mantienen en equilibrio por sólo la acción de sus fuerzas electrostáticas, se contrae por sí mismo tan pronto como es puesto en movimiento; o, dicho más exactamente, las fuerzas electromagnéticas que se presentan al moverse el sistema con movimiento uniforme alteran la configuración del equilibrio; de suerte que toda longitud es acortada en la dirección del movimiento en el factor .
Esta ley matemática conduce a una explicación de la contracción, si se admite que todas las fuerzas físicas son en el fondo de origen eléctrico o, por lo menos, que obedecen a las mismas leyes del equilibrio en sistemas movidos uniformemente. La dificultad de considerar todas las fuerzas como eléctricas proviene de que éstas, según antiguas leyes, que proceden de