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La teoría de la relatividad de Einstein.

es justamente lo que admite la cinemática corriente; se ve, pues, que ésta es un caso especial o, mejor dicho, un caso límite de la cinemática de Einstein, a saber: el caso límite de una velocidad de la luz infinitamente grande.

4. Metros y relojes en movimiento.

Vamos ahora a resolver los sencillos problemas cinemáticos que se refieren al juicio de las longitudes de uno y el mismo metro, y de una y la misma duración en diferentes sistemas de referencia.

Una vara de longitud 1 se coloca a partir del punto O del sistema S, a lo largo del eje x; queremos saber su longitud en el sistema S'. Es claro que esta longitud no será igualmente 1; pues los observadores arrastrados en el movimiento de S' medirán simultáneamente las posiciones de los puntos extremos de la vara, es decir, simultáneamente en el sistema de referencia S'. Pero esto no es simultáneamente en el sistema de referencia S; así, aun cuando la posición de un extremo de la vara sea leída simultáneamente en S y S', la posición del otro extremo no lo será simultáneamente por los observadores de los sistemas S y S' respecto del tiempo de S; entretanto el sistema S' se ha desplazado, la lectura de los observadores S' refiérese, pues, a una posición desplazada del otro extremo de la vara.

La cosa parece a primera vista complicada desesperadamente. Hay enemigos del principio de relatividad, espíritus simples que, cuando oyen expresar esta dificultad de medir una vara, exclaman indignados: «¡Claro, con relojes descompuestos puede deducirse todo! Se ven en esto los absurdos a que conduce la fe ciega en el mágico poder de las fórmulas matemáticas.» Y dicho esto, condenan en bloque la teoría de la relatividad. Los lectores de nuestra exposición habrán comprendido seguramente que las fórmulas no son lo esencial, sino que se trata de puras relaciones de concepto, que pueden entenderse muy bien sin matemáticas. Es más: podría renunciarse, en el fondo, no sólo a las fórmulas, sino hasta a las figuras geo-