una fe y creencia puramente humana: aquella infalible, esta falible; aquella obligatoria, esta libre.
Esta última, en cosas accidentales al dogma, y que no lo niegan, antes lo suponen, se llama con propiedad, opinion, dictámen, conciencia, buena fe, &c. En este sentido toma S. Pablo la palabra fe, cuando dice: Y al que es flaco en la fe, sobrellevadlo, no en contestaciones de opiniones: cada uno abunde en su sentido[1]. Una opinion por comun y universal que sea, puede muy bien ser en la Iglesia una buena fe, sin dejar por eso de ser una fe puramente humana, y sin salir del grado de opinion: mas esta buena fe, ó esta fe y creencia por buena é inocente que sea, no merece con propiedad el nombre sagrado de fe y creencia de la Iglesia católica, si no es en caso que la misma Iglesia católica, congregada en el Espíritu Santo, haya adoptado como cierta aquella cosa particular de que se trata, declarando formalmente que no es de fe humana sino divina, ó porque consta clara y espresamente en la Escritura santa, ó porque así la recibió y así la ha conservado fielmente desde sus principios.
De aquí se sigue legítimamente que aquellas palabras, cuya sustancia se halla en toda clase de escritores eclesiásticos de dos ó tres siglos á esta parte: esto se pensó en los cuatro primeros siglos de la iglesia; pero valen mas catorce siglos en que se ha pen-
- ↑ Infirmum autem in fide assumite, non in disceptationibus cogitationum... unusquisque in suo sensu abundet.—Ad Rom, xiv, 1, 5.