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el genio oculto. Las trabajadoras salen en seguida en largas filas y cada cual vuela derecho á su tarea. «Parece—dice Layens, que las abe»jas estén perfectamente informadas respecto de la localidad, el valor melífero y la relativa »distancia de todas las plantas que se hallan en cierto radio, en torno de la colmena.

Si se observa con cuidado las diversas direc>ciones que toman las recolectoras, y si se va á >ver en detalle la cosecha de las abejas en las »diversas plantas de los contornos, compruébase >que las obreras se distribuyen sobre las flores proporcionalmente al número de plantas de la misma especie y á su riqueza melífera á la vez.

Aún hay más: cada día calculan el valor del mejor líquido melífero que pueden cosechar.

Si, por ejemplo, en la primavera, después »del florecimiento de los sauces, y cuando nada »ha florecido aún en los campos, las abejas no tienen más recurso que las primeras flores de »los bosques, puede vérselas visitando activamente las anémonas, las pulmonarias, las aliagas y las violetas. Algunos días después, cuando florecen en gran número los campos de coles ó de colza, se verá que las abejas abandonan casi >por completo la visita á las plantas de los bos>ques, todavía en pleno florecimiento, para consagrarse á visitar á las flores de col ó de colza.

Todos los días organizan así su distribución en las plantas, para cosechar el mejor líquido >azucarado en el menor tiempo posible.

>Puede decirse que la colonia de las abejas, »tanto en sus trabajos de cosecha como en el