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1 estado particular de florescencia ó de incandescencia que llamamos la inteligencia, tendríamos algún derecho á creernos privilegiados, é imaginarnos que la Naturaleza arriba en nosotros á una especie de meta; pero, he ahí toda una categoría de seres, los himenópteros, en que arriba á una meta poco más o menos idéntica.

Esto no resuelve nada, si se quiere, pero el hecho no deja por eso de ocupar un puesto honroso entre la multitud de pequeños hechos que contribuyen á aclarar nuestra posición sobre la tierra. Se halla en esto, desde cierto punto de vista, una contraprueba de la parte más indescifrable de nuestro ser; superposiciones de destino que dominamos desde un lugar más elevado que ninguno de los que alcanzaremos para contemplar los destinos del hombre. Vese aquí, en pequeño, grandes y sencillas líneas que nunca hemos tenido oportunidad de desenredar ni de seguir hasta el fin en nuestra esfera desmesurada. Obsérvase el espíritu y la materia, la especie y el individuo, la evolución y la permanencia, el pasado y el porvenir, la vida y la muerte, acumuladas en una chocilla que nuestra mano levantaría y que abarcamos de una mirada; y uno puede preguntarse si la potencia de los cuerpos y el lugar que ocupan en el tiempo y el espacio, modifican tanto como creemos la idea secreta de la Naturaleza, que nos esforzamos por sorprender en la pequeña historia de la colmena, secular en pocos días, como en la gran historia de los hombres, tres de cuyas generaciones desbordan de un largo siglo.

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