Página:La vida de las abejas (1909).pdf/133

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 127 —

de la misma dimensión y lo bastante resistente para que las abejas no pudiesen deformarla ni doblarla. En seguida puse la sección con su redondela en el sitio de donde la había sacado.

Una de las caras del panal no ofrecía, pues, nada anormal, puesto que el daño quedaba reparado de ese modo, pero en la otra veíase una especiede gran agujero cuyo fondo era formado por la redondela de estaño y que ocupaba el lugar de unas treinta celdas. Las abejas se quedaron en un principio desconcertadas, fueron en multitud á examinar estudiar el abismo inverosímil, y durante varios días se agitaron en torno de él, y deliberaron sin resolver. Pero como yo las alimentaba abundantemente todas las tardes, llegó un momento en que ya no tuvieron celdas disponibles para almacenar sus provisiones. Es probable que, entonces, los grandes ingenieros, los escultores y las cereras sobresalientes, recibieran la orden de sacar partido del abismo inútil.

Una pesada guirnalda de cereras lo envolvió para mantener el calor necesario, otras abejas bajaron al agujero y comenzaron fijando sólidamente la redondela de metal por medio de pequeños garfios de cera, regularmente escalo nados en sus bordes, y que la unían á las aristas de las celdas circundantes. Emprendieron entonces, ligándolas á dichos garfios, la construcción de tres ó cuatro celdas en el semicírculo superior de la redondela. Cada una de esas celdas de transición ó de reparación tenía la parte superior más o menos deformada para soldarla