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forma lamentable de la gran fuerza que nos anima y nos devora también.

Sí, si se quiere, esto es triste, como es triste todo en la Naturaleza, cuando se la mira de cerca. Así será mientras no sepamos su secreto, si lo tiene. Y si un día llegamos á saber que no lo tiene, ó que ese secreto es horrible, entonces nacerán otros deberes que quizá no llevan nombre todavía. Entretanto, que nuestro corazón repita, si lo desea: «Eso es triste, pero que nuestra razón se contente con decir: «Eso es así. Nuestro deber del momento es indagar si no hay nada detrás de esas tristezas, y para eso no hay que apartar los ojos de ellas, sino mirarlas fijamente y estudiarlas con tanto interés y tanto valor como si fueran alegrías. Justo es que antes de quejarnos, antes de juzgar á la Naturaleza, acabemos de interrogarla.

XXV

Hemos visto que las obreras, apenas cesan de sentirse perseguidas de cerca por la amenazadora fecundidad de la madre, se apresuran á construir celdas de provisiones, cuya construcción es más económica, aunque su capacidad sea mayor. Hemos visto, por otra parte, que la madre prefiere poner en las celdas pequeñas, y .