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156 1 lanzar en seguida un segundo ó un tercer enjambre, podría decirse que eso no era más que una resolución ciega, que obedeciera á los caprichos ó las incitaciones aturdidas de una hora favorable, trátase de que tomen al instante y por unanimidad medidas que las permitan lanzar el segundo enjambre tres ó cuatro días después del nacimiento de la primera reina, y el tercero tres días después de la salida de la reina joven la cabeza del segundo enjambre. No puede negarse que aquí se encuentra todo un sistema, toda una combinación de previsiones, que abraza un espacio considerable de tiempo, sobre todo si se le compara con la brevedad de su vida.

VI

Estas medidas se refieren á la guardia de las jóvenes reinas, todavía amortajadas en sus cárceles de cera. Supongo ahora que las abejas consideran más sensato no lanzar el segundo enjambre. En este caso, aún son posibles dos partidos. Permitirán á la primogénitá de las vírgenes reales, á la que hemos visto nacer, que destruya á sus hermanas enemigas, ó aguardarán á que haya realizado la peligrosa ceremonia del vuelo nupcial, del que puede depender el porvenir de la nación? A menudo autorizan la matanza inmediata; á menudo, tam-