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<— 157 bién, opónense á ella, pero bien se comprende que es difícil sacar en limpio si lo hacen previendo una segunda enjambrazón ó los peligros del vuelo nupcial, porque más de una vez se ha observado que después de decretar la segunda enjambrazón, han renunciado bruscamente á ella, y destruido toda la descendencia predestinada, sea porque el tiempo se hubiera puesto poco propicio, sea por cualquier otra razón que no podemos penetrar. Pero admitamos que hayan juzgado mejor renunciar á la enjambrazón, y aceptar los riesgos del avuelo nupcial.» Cuando nuestra joven reina, impulsada por su deseo, se acerca á la región de las grandes cunas, la guardia se aparta á su paso. La soberana, presa de sus furiosos celos, se precipita sobre la primera cápsula que encuentra, y con patas y dientes se esfuerza por despedazar la cera. Lo consigue, arranca violentamente el capullo que tapiza la mansión, desnuda á la dormida princesa, y si su rival tiene ya formas determinadas, se vuelve, introduce el aguijón en la celda, y lo esgrime frenéticamente hasta que la cautiva sucumba & las heridas del arma ponzoñosa. Entonces e tranquiliza, satisfecha con la muerte que pone un límite misterioso al odio de todos los seenvaina su aguijón, lánzase sobre otra cápsula y la abre, para pasar adelante si no encuentra en ella más que una larva ó una ninfa imperfecta, y no se detiene hasta el momento en que, sofocada, extenuada, sus uñas y sus dientes resbalan sin fuerza por las paredes de cera.

Las abejas que se hallan en torno contemplan res, -