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159 reunirse poco después y huir de nuevo si el doble desastre vuelve á amenazar el porvenir de su pueblo, hasta que una de ellas logra sorprender & su rival imprudente ó torpe, y matarla sin peligro, porque la ley de la especie sólo exige un sacrificio...

1 VII

Después que la joven soberana ha destruido las cunas ó muerto & su rival, es aceptada por el pueblo, y ya no le falta para reinar verdaderamente y verse tratada como lo era su madre, sino realizar el vuelo nupcial, pues las abejas no se ocupan de ella y le rinden pocos homenajes mientras es infecunda. Pero, su historia suele ser á menudo menos sencilla, y las obreras renuncian rara vez á hacer un segundo enjambre.

En este caso, como en el otro, y llevada por el mismo objeto, se acerca á las celdas reales, pero en lugar de hallarse en ellas con criadas sumisas que la animen, tropieza con una guardia numerosa y hostil que le cierra el paso. Irritada é impulsada por su idea fija, la reina trata de forzar ó burlar el bloqueo, pero por todas partes encuentra centinelas que velan por las princesas dormidas. Se obstina, vuelve á la carga, se la rechaza cada vez más bruscamente, llega á maltratársela, hasta que comprende de una manera informe que aquellas pequeñas obre-