Página:La vida de las abejas (1909).pdf/166

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 160 —

ras representan una ley ante la que debe ceder la otra ley que la anima.

Aléjase, por fin, y su cólera no satisfecha se pasea de panal en panal, haciendo resonar en ellos el canto de guerra ó el lamento amenazador que todo apicultor conoce, que asemeja el sonido de una trompeta argentina y lejana, y que es tan poderoso en su debilidad enconada, que se oye, sobre todo de noche, á tres ó cuatro metros de distancia á través de las dobles paredes de la colmena mejor cerrada.

Ese grito real tiene sobre las obreras una influencia mágica. Las sumerge en una especie de terror ó de estupor respetuoso, y cuando la reina lo lanza sobre las celdas prohibidas, las guardias que la rodean y la tironean se detienen bruscamente, bajan la cabeza, y aguardan inmóviles á que haya acabado de resonar. Créese también que, gracias al prestigio de ese grito,, que imita el Esfinge Atropos, puede penetrar en las celdas en que se harta de miel, sin que las abejas piensen en atacarla.

Durante dos ó tres días, á veces hasta cinco, el ultrajado gemido vaga de esa manera y llama al combate á las pretendientes protegidas. Estas se desarrollan entretanto, quieren ver la luz á su vez, y comienzan á roer las tapas de sus celdas. Un gran desorden amenaza á la república. Pero el genio de la colmena, al tomar su decisión ha previsto todas sus consecuencias, y las guardianas, bien instruidas, saben hora por hora lo que tienen que hacer para guardarse de las sorpresas de un instinto contrariado y para -