Página:La vida de las abejas (1909).pdf/175

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 169 —

.

169imperio de sus exasperado sentimiento, y logran depositar algunos huevos; pero de esos huevos, como de los de la virgen madre, sólo salen machos... Aquí sorprendemos en plena intervención una voluntad superior, pero quizá imprudente, que contraría de un modo irresistible la voluntad inteligente de una vida. Semejantes intervenciones son demasiado frecuentes en el mundo de los insectos. Es curioso estudiarlas. Como ese mundo es más poblado, más complejo que los otros, á menudo se ven mejor en él ciertos designios de la Naturaleza, á quien se sorprende en medio de experimentos que podrían considerarse no concluidos. Tiene, por ejemplo, un gran deseo general que manifiesta en todas partes: el mejoramiento de la especie por el triunfo del más fuerte. Por lo común, la lucha está bien organizada. La hecatombe de los débiles es enorme, y poco importa que la recompensa del vencedor sea eficaz y segura. Pero hay casos en que se diría que no ha tenido tiempo de desenredar sus combinaciones, en que la recompensa es imposible, en que la suerte del vencedor es tan funesta como la de los vencidos. Y para no abandonar nuestras abejas, no conozco nada más notable á este respecto que la historia de los triongulinos del Sitaris Colletis. Se verá por lo demás, que varios detalles de esa historia no son tan extraños á la del hombre como pudiera creerse.

Esos triongulinos son las larvas primarias de un parásito propio de una abeja salvaje, obtusilingua y solitaria, la Colleta, que construye su