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ples accidentes fijados por una rutina accidental también? No tenemos todavía derecho para ello. Puede decirse que si les hubiesen faltado esas milagrosas combinaciones, esas flores no hubieran sobrevivido, pero que otras, que no necesitaran de la fecundación cruzada, las hubieran reemplazado sin que nadie notara la no existencia de las primeras, sin que la vida que ondula sobre la tierra nos hubiera parecido menos incomprensible, menos diversa y menos sorprendente...

XVI

Y, sin embargo, difícil sería no reconocer que ciertos actos con todo el aspecto de actos de prudencia y de inteligencia, provocan y mantienen las casualidades afortunadas. ¿De dónde emanan? Del sujeto mismo, ó de la fuerza de que saca la vida? No diré: «poco importa, al contrario nos importaría inmensamente saberlo.

Pero mientras no lo sepamos, ya sea la flor la que se esfuerce por mantener y perfeccionar la vida que la Naturaleza ha puesto en ella, ya sea la Naturaleza la que haga esfuerzos para mantener y mejorar la parte de existencia que ha tomado la flor, ya sea, por último, el azar