Página:La vida de las abejas (1909).pdf/212

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 206 —

1 bezas. Encima de ellos, el cielo está magnífico, como si espíritus benéficos, provistos de palmas de fuego, hubieran barrido toda la luz hacia el lado de la hacina, para alumbrar más largo tiempo el trabajo. Y la huella de las palmas ha quedado en el azul. Mire usted la humilde iglesia que los domina y los vigila, en mitad de la cuesta, entre los redondeados tilos y el césped del cementerio familiar que contempla el océano natal. Elevan armoniosamente su monumento de vida bajo los monumentos de sus muertos, que hicieron los mismos ademanes y que no están ausentes.

«Abarque usted el conjunto: no hay un solo »detalle demasiado especial, demasiado caracte»rístico, tales como se veían en Inglaterra, en »Provenza ó en Holanda. Este es el cuadro am»plio y lo bastante trivial para ser simbólico, de una vida natural y feliz. Mire usted la eu»ritmia de la existencia humana en esos movi»mientos útiles. Observe usted el hombre que »maneja los caballos, el cuerpo del que tiende el »haz de trigo en la horquilla, las mujeres incli»nadas sobre las espigas y los niños que juegan...

»No han apartado una piedra ni movido una »palada de tierra para embellecer el paisaje; no »dan un paso, no plantan un árbol, no siembran una flor que no sean necesarios. Todo este cua»dro no es más que el involuntario resultado del Desfuerzo del hombre para subsistir un momen»to en la Naturaleza, y, sin embargo, aquellos »de entre nosotros que no tienen más preocupaDción que imaginar ó crear espectáculos de paz,