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226éstas la palpan, la gustan, reconocen sus cualidades más o menos equivalentes á las del polvillo de las anteras, vuelven á la colmena, anuncian la noticia á sus hermanas, y las recolectoras acuden al punto adonde se halla aquel alimento inesperado é incomprensible, que en su memoria hereditaria debe ser inseparable del cáliz de las flores, donde desde hace tantos siglos su vuelo es tan voluptuosa y tan suntuosamente acogido.

II

Hace apenas cien años—es decir, desde los trabajos de Huber, que se ha comenzado á estudiar seriamente á las abejas y á descubrir las primeras verdades importantes que permiten observarlas con fruto. Hace algo más de cincuenta años que, gracias á los panales y los marcos movibles de Dzierzon y de Langstroth, se fundó la apicultura racional y práctica y que la colmena ha cesado de ser la inviolable mansión en que todo pasaba en un misterio que no podíamos penetrar sino después de que la muerte lo había convertido en ruinas. Por último, hace apenas cincuenta años que los perfeccionamientos del microscopio y del laboratorio del entomólogo han revelado el secreto preciso de los principales órganos de la obrera, de la madre y de los zánganos. ¿Hay que sorprenderse