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VII

Tal es lo que podemos ver con nuestros propios ojos. Se convendrá en que hay en ello algunos hechos típicos y apropiados para conmover la opinión de los que se persuaden de que toda inteligencia es inmóvil y todo porvenir inmutable, fuera de la inteligencia y el porvenir del hombre.

Pero, si aceptamos por un instante la hipótesis del transformismo, el espectáculo se ensancha y su fulgor dudoso y grandioso llega bien pronto á tocar nuestros propios destinos. No es evidente, pero para quien lo observe con atención es difícil no reconocer que hay en la Naturaleza una voluntad que tiende á elevar una porción de la materia á un estado más sutil y quizá mejor, á penetrar poco a poco su superficie con un flúido lleno de misterio que llamamos en un principio vida, en seguida instinto y poco después inteligencia; á asegurar, & organizar, á facilitar la existencia de todo cuanto se anima para un objeto desconocido. No es seguro, pero muchos ejemplos que vemos en torno nuestro nos invitan á suponer que, si se pudiera valuar la cantidad de materia que, desde su origen se ha elevado de ese modo, se hallaría que no ha cesado de crecer. Lo repito, la observación es frágil, pero es la única que hemos