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— 251 Llegan hasta tener algunos detalles mejor organizados. Por ejemplo, los machos no permanecen completamente ociosos: secretan la cera. La entrada de la ciudad se halla mejor defendida :

una puerta la cierra durante las noches frías, y en las cálidas, la cubre una cortina que deja penetrar el aire.

Pero la república es menos fuerte, la vida general menos garantizada, la prosperidad menor que entre nuestras abejas, y en cualquier parte á que se introduzcan éstas, los Meliponinos tienden á desaparecer ante ellas. La idea fraternal se ha desarrollado igual y magníficamente en ambas razas, excepto en un punto, en el que una de ellas no ha avanzado un paso más allá de lo realizado en la estrecha familia de los abejorros. Ese punto es la organización mecánica del trabajo en común, la economía precisa del esfuerzo, en una palabra, la arquitectura de la ciudad, manifiestamente inferior.

Bastará con recordar lo que he dicho en el Libro III capítulo XVIII de este volumen, agregando que en las colmenas de nuestros Apidos, todas las celdas sirven indiferentemente para la cría de los huevecillos y el almacenamiento de las provisiones, y eso tanto tiempo cuanto dura la ciudad misma, mientras que entre los reinas abejas, probablemente viven varias hembras fecundas en la misma colmena. Pero el hecho no ha podido ser comprobado hasta hoy, á causa del gran parecido que existe entre las hembras y las obreras, y de la imposibilidad de criar meliponas en nuestros climas.