Página:La vida de las abejas (1909).pdf/48

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 42 —

que nuestros órganos no pueden distinguir. De todos modos, más adelante veremos que saben entenderse y concertarse con una rapidez á veces prodigiosa, y por ejemplo, cuando el gran ladrón de miel, la enorme Esfinge Atropos, la mariposa siniestra que lleva á la espalda una calavera, penetra en la colmena al murmullo de una especie de encantamiento irresistible que le es propio, la noticia circula de ámbito en ámbito, y desde la guardia de la entrada hasta las últimas obreras que trabajan, allá, en los últimos panales, todo el pueblo se estremece.

VI

Largo tiempo se ha creído que al abandonar los tesoros de su reino para lanzarse de ese modo á la vida insegura, las cuerdas moscas de miel, tan económicas, tan sobrias, tan previsoras por lo regular, obedecían á una especie de locura fatal, á un impulso maquinal, á una ley de la especie, á un decreto de la Naturaleza, á esa fuerza que, para todos los seres, está oculta en el tiempo que se desliza.

Trátese de la abeja ó de nosotros mismos, llamamos fatal á todo cuanto no comprendemos todavía. Pero, hoy, la colmena ha entregado ya dos ó tres de sus secretos materiales, y está comprobado que ese éxodo no es ni instintivo ni inevitable. No es una emigración ciega, sino un sacrificio que parece razonado de la generación presente á la generación futurs. Basta con