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Nosotros también obedecemos solamente á las necesidades, al atractivo del placer ó al horror al sufrimiento; lo que llamamos nuestra inteligencia tiene el mismo origen y la misma misión que lo que llamamos el instinto en los animales.

Realizamos ciertos actos, cuyos resultados creemos conocer, soportamos otros cuyas causas nos alabamos de penetrar más que ellos ; pero fuera de que esta suposición no descansa sobre nada inquebrantable, esos actos son mínimos y escasos, comparados con la enorme multitud de los demás, y todos, tanto los mejor conocidos cuanto los más ignorados, los más pequeños cuanto los más grandiosos, los más inmediatos cuanto los más lejanos se realizan en una noche profunda, en la que es probable que seamos casi tan ciegos como las abejas.

XXII

Se convendrá—dice Buffon, que tiene á las Dabejas una mala voluntad bastante divertida,se convendrá en que si se toman esas moscas una por una, tienen menos inteligencia que el >perro, el mono y la mayoría de los animales ; se convendrá en que son menos dóciles, menos cariñosas, en que tienen menos sentimientos, en una palabra, menos cualidades relativas á las nuestras; así, pues, se debe convenir tam»bién en que su inteligencia aparente sólo pro»cede de su multitud reunida; sin embargo, esa misma reunión no supone inteligencia al-