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Pero pasemos & otro punto; si me fuéra menester agotar todos los ejemplos, no acabaría nunca. Para resumir el papel y la posición de la reina, puede decirse que es el corazón esclavo de la ciudad, cuya inteligencia la rodea. Es la soberana única, pero es también la sierva real, la depositaria cautiva y la delegada responsable del amor. Su pueblo la sirve y la venera, aunque no olvida que no se somete á su persona sino á la misión que cumple y á los destinos que representa. Muchísimo trabajo costaría encontrar una república humana cuyo plan abrace tan considerable porción de los deseos de nuestro planeta; una democracia en que la independencia sea al propio tiempo más perfecta y más razonable, y la esclavitud más total y mejor razonada. Pero tampoco se hallaría república en que los sacrificios sean más duros y más absolutos. No vayáis á creer que admiro esos sacrificios tanto como sus resultados. Sería evidentemente de desear que esos resultados pudieran obtenerse con menos sufrimiento y menos abnegaciones. Pero, una vez aceptado el principio, que quizá sea necesario en el pensamiento de nuestro globo, su organización es admirable. Cualquiera que sobre este punto sea la verdad humana, la vida no se considera en la colmena como una serie de horas más ó menos agradables, de las únicamente que es bue-