na. Es también, el más bello, el más complicado, el más delicado, el más perfecto en otro orden y con diferente organización, que exista en la Naturaleza, después del cerebro del hombre. (1) En esto, también, como en todo el régimen del mundo que conocemos, donde se encuentra el cerebro, se encuentra la autoridad, la verdadera fuerza, la sabiduría y la victoria.
Aquí también un átomo casi invisible de la substancia misteriosa, avasalla y organiza la materia, y sabe crearse un lugarcito triunfante y duradero, en medio de las potencias enormes é inertes de la nada y de la muerte.
XXIX
Volvamos ahora á nuestra colmena que enjambra y donde no se ha aguardado el fin de estas reflexiones para dar la señal de la partida.
Apenas se da esa señal, diríase que todas las (1) El cerebro de la abeja, según los cáculos de Dujardin, forma la 174ª parte del peso total del insecto; el de la hormiga la 296*. En cambio, los cuerpos pedunculados que parecen desarrollarse proporcionalmente á los triunfos que la inteligencia alcanza sobre el instinto, son algo menos importantes en la abeja que en la hormiga. Como una cosa compensa la otra, parece resultar de estas estimaciones, respetando la parte perteneciente á la hipótesis, y teniendo en cuenta la obscuridad de la materia, que el valor intelectual de la abeja y la hormiga debe ser más ó menos el mismo.
