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los, ora perpendiculares a la entrada, y formando una red de andamiaje que embrolla todas las superficies de la mansión.

III

Eso no importa; no hay ejemplo de que un enjambre se haya negado á ponerse á la tarea, y se haya dejado desanimar ó desconcertar por lo extraño de las circunstancias, con tal de que la habitación que se le ofrecía no estuviera impregnada de malos olores, ó fuera realmente inhabitable. Hasta en este último caso no se produce desaliento, azoramiento ni renuncia al deber. El enjambre abandona sencillamente el refugio inhospitalario para ir en busca de mejor fortuna algo más lejos. No puede decirse tampoco, que se haya conseguido nunca hacerle ejecutar un trabajo pueril ó ilógico. Jamás se ha comprobado que las abejas hayan perdido la cabeza, ni que, no sabiendo qué partido tomar, hayan emprendido al azar, mansiones incómodas y estrambóticas. Volcadlas en una esfera, en una pirámide, en una canasta oval ó poligonal, en un cilindro ó en una espiral, visitadlas algunos días después, si han aceptado la morada, y veréis que esa extraña multitud de pequeñas inteligencias independientes han sabido ponerse inmediatamente de acuerdo para elegir sin vacilar, con un método cuyos principios parecen inflexibles, pero cuyas consecuencias