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te de mi padre abandonó el querido y regalado sitio para encarcelarse en la ciudad. Adiós, Guillermoquedarás enterado de mi marcha.

9 de mayo.

He terminado la romería hacia mi patria con todo el fervor de un peregrino, y me han sobrevenido impulsos inesperados. Hice alto al grandioso tilo, a un cuarto de hora del pueblo, junto a S...; me apeé, enviando delante al postillón, para ir a pie empapándome en los recuerdos, ya nuevos y agudos, que embargaban mi pecho. Paréme bajo el árbol que, allá de niño, era el paradero y linde de mis paseos.

¡Qué diferencia! Entonces ansiaba, en mi venturosa inexperiencia, salir a volar por ese mundo desconocido, donde soñaba tanto pábulo y tanta complacencia para mi corazón, colmando así y halagando este pecho desaforado y anhelante. Heme aquí ya desembarcando del anchuroso mundo... ¡Ay, amigo del alma! ¡Con cuánto desengaño! ¡Con cuánto vuelco de mis planes y de mis esperanzas! Me encaré con la montaña que millares de veces atajó mis anhelos. Sentéme, como una hora, ensimismado; allá me engolfé por bosques y valles que tan halagüeñamente se me vislumbraban, y cuando llegó el punto de seguir la derrota, ¡con cuánta repugnancia fui perdiendo de vista aquel sitio del alma! Al acercarme al pueblo, anduve saludando jardines y glorietas, extrañando los nuevos y cuantas alteraciones se habían ejecutado. Metime por la puerta, y halléme en todo y por todo de vuelta. Querido mío: te lo diré en globo, pues los pormenores, para mí tan enWERTHER 7