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valiente, y que la luna centelleaba en su carroza magnifica y triunfadora... Cuando leo en su frente el entrañable desconsuelo, y que los postreros desamparados campeones vacilan con el desmayo de la yerta huesa, y que sus logros, siempre nuevos y siempre fementidos, le asaltan en la presencia exánime de las sombras de los finados, y tras la helada tierra otea las oleadas de la crecida hierba, exclama: Llegará, llegará el viandante que me conoció en el esplendor de mi lozania, y preguntará: ¿dóndeestá el cantor, esclarecido hijo de Fingal? Su planta huella mi huesa, y en balde anda preguntando por ini sobre la tierra... ¡Ay amigo! Bien pudiera yo, cual un brillante guerrero, esgrimir la espada, libertar a mi principe del crudo martirio de su larguísima agonía, para irme con toda mi alma tras el semidiós, ya redimido.

19 de octubre.

¡Ay qué vacio! ¡Qué hueco tan pavoroso siento acá en mi pecho!... Estoy cavilando que si llegases a internarte en mis entrañas, una vez, una vez sola, quedaria colmado todo este vacio.

26 de octubre.

Tengo por cierto, amigo mio, no como quiera, sino por cierto, ciertisimo, que la existencia de un viviente importa poquisimo, nada. Vino una amiga a visitar a Carlota, entréme en la estancia inmediata, tomé un libro, no acerté a leer, luego asi una pluma. Las of hablar quedo; se comunicaban fruslerias,