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de llamarlo a declarar contra el reo que se aferraba en la negativa.

Cuantos sinsabores había padecido en su vida activa, el sonrojo junto al embajador, cuanto le había desagradado o indispuesto, todo se abalanzó a su espíritu. En virtud de tanto desabrimiento argüía que su elemento era la inacción, se veia aislado, incapaz de hallar algún asidero donde ejercer los oficios de la vida ordinaria; se redujo finalmente, entregado a su extraña sensibilidad, fantasia y arranques perpetuos, a una soledad invariable con el trato desconsolado de una criatura peregrina e idolatrada, cuyo sosiego alteraba con sus potencias disparadas, destroncándose sin rumbo ni objeto, y arrojándose siempre a un paradero lastimoso.

Algunas cartas póstumas son el testimonio más terminante que podemos alegar de su menoscabo, de su pasión, de sus vaivenes y esfuerzos violentos y de su agonia..

12 de diciembre.

«Amado Guillermo: me hallo en un estado, cual corresponde a quien vive persuadido de que algún espíritu maligno lo está acosando. Viene y se me agarra; no es congoja ni anhelo: es una rabia recóndita que amaga desgarrarme el pecho, que me estruja la garganta... Mal haya mil veces... Vago al azar por los medrosos trances nocturnos de la lóbrega y mortal estación.

Anoche me empeñé en salir. Abonanzaba completamente; supe que iba el rio fuera de madre; los arroyos todos rebosando, y de Wahlheim abajo, toda