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do como una ancianilla, que va recogiendo leña por los vallados y mendrugos de puerta en puerta, para ir alargando por momentos su moribunda y desvalida existencia.»

14 de diciembre.

«¿Qué es esto, Guillermo? Me estremezco de mi nismo. ¿Por ventura no es mi cariño acendrado, fraternal y sobrehumano? ¿Abrigué allá interiormente algún anhelo criminal?... No lo juraré... Y ahora; ¡oh sueños! ¡Cómo aciertan cuantos atribuyen tan contradictorios extremos a extraños agentes! Esta noche, estoy temblando al decirlo... la estrechaba en inis brazos, la arregazaba en mi pecho, y éstampaba en aquella boca, toda amores, millones de besos...; mis ojos se desvanecian en la embriaguez de los suyos. ¡Ay Dios! ¿Soy criminal porque aun ahora mismo me estoy deleitando en recordar con lo intimo de mi alma aquel calenturiento embeleso?... ¡Oh Carlota mia!... Desfallezco... Volaron mis potencias... Ya van ocho días que carezco de razón... Mis ojos están llenos de lágrimas. Allá y acullá me hallo bien y mal... Nada apetezco... Nada me interesa... Más valiera irme.

La resolución de abandonar el mundo había por este tiempo, a impulsos de las circunstancias, internádose más y más en el ánimo de Werther. Desde su regreso hacia Carlota, éste fué siempre el postrer término de su perspectiva y de sus esperanzas; pero se aferraba en que no habia de mediar precipitación ni temeridad, sino que la persuasión más entrañable