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alboroto de mis potencias cuando todo me estaba traspasando las entrañas y me aherrojaba esta desahuciada y acibarada existencia junto a ti... apenasentré en mi estancia, hinquéme de rodillas, y ¡ay Dios! me franqueaste el postrer alivio de un amarguisimo lloro. Miles de proyectos, miles de propósitos batallaban en mi espiritu, y por fin me aferré cabal e incontrastablemente en mi único pensamiento: voy a morir... Acostéme, y a la madrugada despertė sosegadamente, siempre aferrado, de lo intimo de mis entrañas, siempre invariable en mi propósito: voy a morir. No hay desesperación, es denuedo que acreditará mi holocausto por ti. Si, Carlota, ¿a qué viene callarlo? Uno de los tres debe quitarse de en medio, y este quiero ser yo. ¡Oh querida mia, en este pecho descuartizado entre sus desvarios ha cabido el de sacrificar tal vez... a tu consorte... a ti..a mi...! Esto es lo que ha de ser... Cuando trepes a esa cumbre, en una tarde apacible, acuérdate de mi, de lo mucho que anduve por esa vega y otea ese cementerio, esa sepultura mia, y ve cómo el ambiente va meciendo la crecida hierba, con los visos del sol en Poniente... Estaba şereno al empezar, y ahora lloro aquí como un niño, pues se me representa todo tan al vivo...»

A eso de las diez llamó Werther a su criado, y al vestirse le encargó, por cuanto dentro de unos días tenia que emprender un viaje, tuviese la ropa arreglada y los baúles corrientes, y con particularidad que pidiese la cuenta, recogiese algunos libros que tenia prestados, y a ciertos pobres que solia socorrer