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a calar hasta el santuario, entonces me tiendo por el mullido césped, junto al arroyuelo despeñado, y en la inmediación al suelo, millares de yerbezuelas se me hacen reparables; cuando percibo de cerca en mi pecho, ei torbellino de un mundo en miniatura, y entre los tallos, innumerables e inapeables hechuras de gusanillos y de mosquituelos, y me encarna la presencia del Todopoderoso que nos crió a su semejanza, con el ambiente del amor mismo, cuya perpetua oleada es todo holganza y alimento para nosotros... ¡Ay amigo!, cuando luego anochece para mis ojos, y tierra y cielo se agolpan allå sobre mi espiritu como la imagen del dueño idolatrado, entonces me echo menos a mi mismo, y recapacito: «¡Ah!, si acertases a expresar cumplidamente, si pudieses reanimar sobre el papel cuanto vive y arde en toda tu esencia, para que allí se espejase toda tu alma, como ésta se espeja en el sumo Criador!...» ¡Ay amigo!... Pero me ataja el desengaño, y rindo al poderio de todo un numen tanto embeleso.

12 de mayo.

Ignoro si espiritus hechiceros se andan solazando por estos sitios, o si mi acalorada y sobrehumana fantasia es la pobladora que, desde sus intimos senos, brota en derredor paraisos. Tengo aqui delante un manantial, y manantial es donde resido, como Melusina con sus hermanas. Allí se explaya una loma en declive, y se arquea luego una enramada con más de veinte tramos bañados por la corriente cristalina que mana entre mármoles. La paredilla que