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nuevo emparejando; habia abonanzado el temporal, yo me volví tras Carlota a la sala. Dijome en el camino: «Con el revesillo, fué a volar para usted tormenta y todo. No acerté a contestarle. «Yo eracontinuó—la más despavorida, y traté de mostrarme animosa, para infundir aliento a los demás, y apropiármelo también.»>—Nos asomamos; tronaba en la lejania, y una lluvia magnifica resonaba por la campiña, mientras un aroma vivificante cuajaba con precioso temple el ambiente. Con la mano en la mejilla, tendia Carlota sus miradas por el horizonte y por el firmamento, parando últimamente eu mi. Vi sus ojos llorosos, puso su mano sobre la mia, y exclamó: ¡Klopstock!» Recordé al punto la grandiosa oda que la embargaba. y mis impulsos se armaron con el raudal que su espiritu volcaba sobre el mio:

y, sin poder resistirlo, me incliné sobre su mano, y se la besé, entre lágrimas de alborozo. Le clavé de nuevo la vista... ¡Prenda del alma, si vieses cómo te endiosabas en estas miradas! ¡Así no oyese yo a nadie profanar ya tu augusto nombre!

19 de junio.

No sé adónde llegaba con mi relación; lo que si tengo muy presente es que me acosté a las dos de la madrugada, y que si en vez de escribir, te lo chacharease de viva voz, quizá durara la relación hasta entrado el dia.

No te he referido, ni estoy muy para ello, la retirada del baile.

El amanecer fué magnífico. Gotea'.. el bosque, la campiña exhalaba fresco, y las compañeritas se iban