Página:Las cuitas de Werther (1919).pdf/63

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
59
 

y convulsiones?... Lo ignoro... Y luego, no andemos a vueltas con nuestros parangones. Basta... Si, Guillermo, también me asaltan mis repentones de arrojo y desmayo, y entonces... si yo pudiera saber adónde, allá iría.

Por la tarde.

Mi diario, que teuia orillado hace algún tiempo, me vino hoy a las manos, y me pasmo de que tan a sabiendas, por mis pasos contados, haya tenido este paradero; que haya ido viendo mi situación tan a las claras, y me haya manejado como a un niño. Ahora mismo, lo estoy mirando todo muy patente, sin que asome apariencias de enmienda.

10 de agosto.

En mi mano estuviera el traer la más linda y venturosa vida, si no hubiese enloquecido de remate. No se rodean asi como quiera circunstancias tan preciosas para embelesar a un individuo, como son las que me caben. ¡Cuán positivo es que nuestro corazón es el artifice de la propia felicidad! Ser como miembro de la familia más entrañable; verse bien quisto con los mayores, casi padre de los pequeñuelos, y con Carlota... Luego, el pundonoroso Alberto, que no altera mi ventura con enojos caprichosos; que me agasaja con suma intimidad, y para quien soy todo un privado detrás de Carlota... Guillermo, es una gloria el oírnos por el paseo explayarnos mutuamente acerca de la dama; no cabe en el mundo situación más cómica, y suelo entretanto enternecerme.