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Cuando me refiere cómo la discreta madre, al morir, entregó su casa y niños en manos de Carlota, apalabrándola con él, y que desde entonces varió de temple; cómo en el esmero de su desempeño casero y en su formalidad se habia hecho una verdadera madre de familia; cómo no hay para ella un punto sin actividad cariñosa y sin afán, no desmereciendo tampoco en jovialidad y despejo... sigo junto a él, voy cogiendo flores por el camino, aliño prolijamente un ramillete... lo arrojo a la corriente inmediata, y estoy mirando cómo se lo lleva pausadamente... No sé si te he dicho que Alberto permanece aqui, contando con un empleo decorosamente dotado de la rte, donde gra particular aprecio.

En cuanto a manejo y eficacia para negocios, pocos he visto que le igualen.

12 de agosto.

Este Alberto es indudablemente el hombre más bondadoso que hay debajo del cielo; y me sucedió ayer con él un pasaje peregrino. Fui allá para despedirme, pues me dió la humorada de cabalgar por las montañas, de donde te escribo, y mientras andábamos dando vueltas por su estancia, eché la vista sobre sus pistolas. Vengan—le dije—para mi viaje.» Corriente—me contestó—, con tal que usted se las cargue, pues las tengo ahi colgadas por plataforma.» Alcancé una, y continuó: «Desde que me chasquearon tan malditamente con todas mis precauciones, no me avengo con ese género. Manifestéme deseoso de enterarme del caso. «Pasé—dijomedio año en el campo con un amigo; tenia un par