Página:Las cuitas de Werther (1919).pdf/69

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
65
 

ánimo. Mira al hombre en su conflicto, cómo le encarnan las impresiones, se le agolpan las especies, de modo que, finalmente, su padecimiento va medrando, hasta privarle de su cordura y darle un vuelco total.

En vano el sosegado, y en su acuerdo, se está haciendo cargo del trastorno de aquel desventuradoy le habla como un sano a la cabecera del doliente, que un adarme de su brio puede franquearle.> Para Alberto, eran éstas meras generalidades; por tanto, le recordé la muchacha que no había mucho se halló ahogada, repitiéndole su historia. «Una inocente, que en el sendero estrecho de sus quehaceres eros y su trabajo semanal había criado, que no tenía miras de más desahogo que de ir algún domingo con sus galas, reforzadas de tarde en tarde, a pasearse con sus iguales hasta el pueblo, danzar tal vez en las grandes festividades, y fuera de eso, con todo el ahinco del más entrañable interés, pasar horas glosando una contienda o un chisme ruidoso con alguna vecina... Por fin, su natural fogoso fué sintiendo necesidades intimas, fomentadas con los requiebros de los mozuelos. Hiciéronse desabridos los recreos anteriores, hasta dar con un hombre hacia el cual una sensación desconocida la inclinaba incontrastablemente, en quien vinculó todas sus esperanzas. Olvida el mundo entero; nada ve, oye, ni percibe, sino él, no anhela sino a él, solo y único.

Exenta de las vaciedades de una vanidad inconstante, concentra sus miradas en un solo objeto, quiere ser suya, ansia hallar en un enlace perpetuo WERTHRR 5