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para la intimidad y el cariño. Se interesó por mi desde que despaché con él un negocillo, y a las primeras palabras se hizo cargo de que nos entendiamos, y que podía explicarse conmigo cual no con todos. Celebraré hasta lo sumo su franqueza conmigo, por cuanto el júbilo más entrañable que cabe, es ver un corazón magnánimo, que se pone de manifiesto.

24 de diciembre.

El Embajador me da tantisimo enfado como me habia previsto; es el majadero más quisquilloso que se vió jamás. Meticuloso y detallista, todo lo desmenuza como una tía, y siempre desavenido consigo mismo, mal puede avenirse con los demás. Tengo mis despachaderas, y como sale la obra, asi queda; pero allí está él en acecho para devolverme el borrador y decirme: Está corriente, pero déle usted un repaso, y hallará expresiones más adecuadas y alguna particulilla más airosa.> Y yo me doy a todos los diablos. Nada de enlaces ni de conjunciones, y es enemigo mortal de toda inversión, aunque me salga de suyo. En no estando las cláusulas entonadas a su sonsonete, traido de los cabellos, ya no le caben en los cascos. Es un martirio el tener que habérselas con tales entes.

Hasta ahora la confianza con el conde C... es mi único resarcimiento. Dijome últimamente con muchas veras lo infinito que le incomodaban las pesadeces y nimiedades del Embajador. «Hay gentes puestas en atormentarse a sí mismas y a los demás;