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HISTORIA DEL MANDADERO...

carbón, lo mismo que á esa joven, y que tú, no contento con esto, le pegues con la suela de tu babucha.» Entonces mi tío me contó lo siguiente:


«¡Oh sobrino mío! Sabe que este joven, que es mi hijo, ardió en amores por su hermana desde la niñez. Y yo siempre le alejaba de ella y me decía: «Debo estar tranquilo, porque aún son muy jóvenes.» ¡Pero no fué así! Apenas llegados á la pubertad, cometieron la mala acción, y aunque lo averigüé, no podía creerlo del todo. Sin embargo, eché á mi hijo una reprimenda terrible, y le dije: «¡Cuidado con esas indignas acciones, que nadie ha cometido hasta ahora ni nadie cometerá después! ¡Cuenta que no habría reyes que tuvieran que arrastrar tanta vergüenza ni tanta ignominia como nosotros! ¡Y los correos propagarían á caballo nuestro escándalo por todo el mundo! ¡Guárdate, pues, si no quieres que te maldiga y te mate!» Después cuidé de separarla á ella y de separarle á él. Pero indudablemente esta malvada le quería con un amor grandísimo, porque el Cheitán consolidó su obra en ellos.

Así, pues, cuando mi hijo vió que le había sepa-