apresures mi suplicio y vengues en mi persona aquella muerte.»
Entonces el califa, profundamente maravillado, exclamó: «¡Por Alah que no he de matar mas que á ese negro pérfido!...»
PERO CUANDO LLEGÓ LA 19.ª NOCHE |
He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que el califa juró que no mataría más que al negro, puesto que el joven tenía una disculpa. Después, volviéndose hacia Giafar, le dijo: «¡Trae á mi presencia al pérfido negro que ha sido la causa de esta muerte! Y si no puedes dar con él, perecerás en su lugar.»
Y Giafar salió llorando y diciéndose: «¿Dónde lo podré hallar para traerlo á su presencia? Si es extraordinario que no se rompa un cántaro al caer, no lo ha sido menos el que yo haya podido escapar de la muerte. Pero ¿y ahora?... ¡Indudablemente, Él, que me ha salvado la primera vez, me salvará, si quiere, la segunda! Así, pues, me encerraré en mi