Bassra. Y si te he hecho sufrir tales tratos ha sido para tener una nueva prueba con que identificarte y saber que eras tú, y no otro, el que entró en la casa de mi hija la noche de la boda. Y esa prueba la he tenido al ver que conocias (pues yo estaba escondido detrás de ti) la casa y los muebles, y después tu turbante, tus calzones y tu bolsillo, y sobre todo, la etiqueta de esta bolsa y el pliego se- llado del turbante, que contiene las instrucciones de tu padre Nureddin. Dispensame, pues, hijo mio; porque no tenía otro medio de conocerte, ya que no te hube visto nunca, pues naciste en Bassra. ¡Oh hijo mío! Todo esto se debe á una divergencia que surgió hace muchos años entre tu padre Nureddin y yo, que soy tu tío.>> Y el visir le contó toda la historia, y después le dijo: <¡Oh hijo mío! En cuanto á tu madre, la he traído de Bassra, y la yas á ver, lo mismo que á tu hijo Agib, fruto de tu primera noche de bodas con tu prima.» Y el visir corrió á llamarlos. El primero en llegar fué Agib, que esta vez se echó en brazos de su padre, y Badreddin, lleno de alegría, recitó estos versos: ά ¡Cuando te fuiste, me puse a llorar, y las lágrimas se desbordaban de mis párpados! ¡Y juré que si Alah reunia alguna vez á los aman- tes, afligidos por su separación, mis labios no volverían á hablar de la pasada ausencial ¡La felicidad ha cumplido lo que ofreció y ha paga-
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