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Página:Las mil noches y una noche v2.djvu/87

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HISTORIA DEL VISIR NUREDDIN...

admirables, pero en otro sentido, dirigidas al eunu- co. Y asi estuvo diciendo versos durante una hora, tan pronto dedicados á Agib como al esclavo. Y luego que sus huéspedes se hubieron saciado, Has- sán se levantó á fin de traerles lo indispensable para que se lavasen. Y al efecto les presentó un hermoso jarro de cobre muy limpio; les echó agua perfumada en las manos y se las limpió después con una hermosa toalla de seda que le pendía de la cintura. Y en seguida les roció con agua de rosas, sirviéndose de un aspersorio de plata que guardaba cuidadosamente en el estante más alto de su tien- da, sacándolo nada más que en las ocasiones so- lemnes. Y no contento aún, salió un instante para volver en seguida, trayendo en la mano dos alcarra- zas llenas de sorbete de agua de rosas, y les ofreció una á cada uno, diciendo: «Aceptadlo y coronad así vuestra condescendencia.» Entonces Agib cogió una alcarraza y bebió, y luego se la entregó al eunuco, que bebió y se la entregó otra vez á Agib, que bebió y se la volvió á entregar al esclavo, y así sucesivamente, hasta que llenaron bien el vientre y se vieron hartos como nunca lo habían estado en su vida. Y por último, dieron las gra- cias al pastelero, y se retiraron muy de prisa para llegar al campamento antes de que se ocul- tase el sol.

Y llegados á las tiendas, Agib se apresuró á besar la mano á su abuela y á su madre Sett El-Hosn. Y la abuela le dió otro beso, acordándose de su hijo