conveniente, que tú eres quien manda, y yo soy el colmado por tus favores. Pero ¡oh hija legitima! ya que lo que te tienta no es este grueso nervio de confitura, ni este zib con sus anejos, ¿por qué me has gratificado con dos bolsas llenas, y me has hecho cosquillas en el ombligo, y me has traido hasta aquí, á este oscuro callejón, propicio á los saltos y á los asaltos?» Y ella me contestó: «¡Oh capitán Moin! Eres el hombre de esta ciudad en quien tengo más confianza, y por eso me he dirigido á ti, con preferencia á ningún otro. ¡Pero es por otro motivo del que te crees!» Y yo dije: «¡Oh mi señora! Cualquiera que sea el motivo, lo agradezco. ¡Habla! ¿Qué servicio exiges del esclavo á quien has comprado por dos bolsas de cien dracmas?» Y ella sonrió y me dijo: «¡Ojalá vivas mucho tiempo! ¡Escucha! Has de saber job capitán Moin! que soy una mujer que está prendada de una jovenzuela. Y su amor chisporrotea como fuego en mis entrañas. Y aunque tuviera yo mil lenguas y mil corazones, no sería más viva esta pasión que me penetra. Y la adorada no es otra que la hija del kadi de la ciudad. Y entre ella y yo ha ocurrido lo que ha ocurrido. Y eso es un misterio de amor. Y entre ella y yo existe un apasionado pacto acordado con promesas y con juramentos. Porque ella arde por mi con un ardor igual. Y jamás se casará ella, y jamás me tocará á mí un hombre. Y nuestras relaciones databan ya de hacía algún tiempo, y éramos inseparables, comiendo juntas y bebiendo en el mismo jarro y dur-
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Apariencia