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Página:Las mil noches y una noche v22.djvu/60

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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

á la Tierra Verde y te traigas á la hija del sultán de ese país, porque nuestro amo el rey quiere casarse con ella, y nadie, excepto tú, podría traer á esa princesa.» Y el rey contestó al visir: «Está bien; manda llamar al niño.»

Entonces el visir hizo ir, á despecho de su nariz, al joven Mohammad, y le dijo: «Nuestro amo el sultán desea enviarte á que le traigas á la hija del sultán de la Tierra Verde.» Y el niño contestó: «¿Y desde cuándo conozco yo el camino de ese país?» El visir dijo: «Pues tienes que obedecer.» Entonces el niño salió enfadado, y fué á casa de su madre á contarle la cosa. Y su madre le dijo: «Ve á pasear tu pena á orillas del rio, junto á su desembocadura en el mar, y tu pena se disipará sola.» Y el pequeño Mohammad fué á pasear su pena á orillas del mar, junto la desembocadura del río.

Y mientras él caminaba de un lado á otro, enfadado, salió del mar el salmonete de antes, y fué en dirección suya, saludándole. Y le dijo: «¿Por qué estás enfadado, Mohammad el Avispado?» Él contestó: «No me interrogues, porque la cosa no tiene remedio.» Y el pez le dijo: «El remedio está entre las manos de Alah. ¡Habla!» El niño dijo: «Figúrate ¡oh salmonete! que el visir de brea me ha dicho: «Es preciso que vayas á buscar á la hija del sultán de la Tierra Verde.» Y el salmonete le dijo: «Está bien. Ve al rey y dile: «Voy á ir á buscar á la hija del sultán de la Tierra Verde. Pero para ello es necesario que hagas que me construyan una dahabieh