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Página:Las mil noches y una noche v23.djvu/14

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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

Entonces le dijo que se levantara, le puso un traje de mameluco, y le dió el mejor caballo de las caballerizas de su padre. Y Maruf salió de la ciudad aparentando ser un mameluco del rey, y se marchó por su camino. Y eso es lo que le aconteció por el momento.

Pero he aquí ahora lo relativo á la princesa, al rey, al visir y á la caravana invisible.

Al día siguiente, muy temprano, el rey sentóse en la sala de reunión, con el visir á su lado. Y mandó llamar á la princesa para informarse por ella de lo que le había recomendado que se enterara. Y como la víspera, la princesa se puso detrás de la cortina que la separaba de los hombres, y preguntó: «¿Qué ocurre, ¡oh padre mio!?» El rey preguntó: «Y bien, hija mía: ¿qué has sabido y qué tienes que decirnos?» Y ella contestó: «¿Que qué tengo que decir, ¡oh padre mio!? ¡Ah! ¡que Alah confunda al Maligno, al Lapidado! ¡Y ojalá maldijera al propio tiempo á los calumniadores, y ennegreciera el rostro de brea de tu visir, que ha querido ennegrecer mi rostro y el de mi esposo el emir Maruf!» Y el rey preguntó: «¿Y cómo es eso? ¿Y por qué?» Ella dijo: «¡Por Alah! ¿cómo es posible que otorgues tu confianza á ese hombre nefasto que lo ha puesto en juego todo para desacreditar en tu espíritu al hijo de mi tío?» Y se calló un instante, como sofocada de indignación, y añadió: «Has de saber, en efecto, joh padre mio! que sobre la faz de la tierra no hay otro hombre tan integro, tan