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Página:Las mil noches y una noche v23.djvu/147

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LOS TRAGALUCES DEL SABER...

PERO CUANDO LLEGÓ LA 988.a NOCHE

Ella dijo:

... Y entonces exclamé: «En cambio, ¡oh hija del cielo! yo verteré por ti mi sangre. Pero ¿quién eres?

¿Y cuál es tu nombre?» Y ella me contestó: «Una simple cantarina entre las cantarinas que com- prenden lo que dice el follaje al pájaro y la brisa al follaje. Pero soy Wahba. Aquella de quien habla el poeta en la cantilena que lleva mi nombre.» Y cantó: 10h Wahbal ¡sólo á tu lado habitan las delicias y la alegría!


¡Oh Wahba! ¡cuán embalsamada estaba tu saliva, que nadie mas que yo ha probado! ¡Rara como son raras las fuentes del desierto, no has venido mas que una vez á ofrecerme la copa de tus labios! ¡Oh Wahba! no imites al gallo que sólo pone un huevo en su vida! ¡Ven á perfumar la morada! ¡Tráeme la delicia más dulce que el azúcar, ese néc tar transparente como la luz y más ligero que el kar- kafa y el khandaris!

Y aquella encantadora cantilena, cuyas pala-