cias te habían hecho olvidar á la calamitosa Boñiga caliente de El Cairo»...
PERO CUANDO LLEGÓ LA 966.ª NOCHE |
...«He aquí que ahora te ves reducido á errar por los caminos, en vez de deleitarte en los brazos de tu mantecosa esposa, cuyas caricias te habían hecho olvidar á la calamitosa Boñiga caliente de El Cairo.» Y pensando en su último amor, que les tenía á él y á ella quemado el corazón por la separación, empezó á condolerse de su propio estado y llorar cálidas lágrimas, recitándose desesperados versos de ausencia. Y gimiendo de tal suerte y exhalando su dolor de amante en tiradas de versos apropiados á su situación, llegó, después de salir el sol, á las cercanías de un pueblecito. Y vió en un campo á un felah que labraba con un arado de dos bueyes. Y como, en su precipitación por huir del palacio y de la ciudad, se había olvidado de llevar provisiones de boca para el viaje, le torturaban el hambre y la sed; y se acercó á aquel felah, y le saludó, diciendo: «La zalema contigo,