cuencia en tu lengua y la inteligencia detrás de tu frente! >>
Y la pequeña Doniazada se levantó por completo de Ja alfombra en que estaba acurrucada y corrió á arro- jarse en los brazos de su hermana, y exclamó: «¡Oh Schahrazada, hermana mía! ¡cuán dulces y encantado- ras y deliciosas é instructivas y emocionantes y sabro- sas en su frescura son tus palabras! ¡Oh! ¡qué hermosas son tus palabras, hermana mía!»
Y Schahrazada se inclinó hacia su hermana, y, al besarla, le deslizó al oído algunas palabras, que sólo oyó ésta. Y al punto la chiquilla desapareció como el alcanfor. Y Schahrazada se quedó sola, durante unos instan- tes, con el rey Schahriar. Y cuando se disponía él, en el límite del contento, á recibir en sus brazos á su maravi- llosa esposa, he aquí que se abrieron las cortinas y re- apareció Doniazada, seguida de una nodriza que llevaba á dos gemelos colgados de sus senos, en tanto que un tercer niño marchaba á cuatro pies detrás de ella.
Y Schahrazada, sonriendo, se encaró con el rey Schahriar y le puso delante á los tres pequeñuelos, des- pués de estrecharlos contra su pecho, y con los ojos hú- medos de lágrimas le dijo: «¡Oh rey del tiempo! he aquí á los tres hijos que en estos tres años te ha deparado el Retribuidor por mediación mía. >>
Y mientras el rey Schahriar besaba á sus hijos, pe- netrado de una alegría indecible y conmovido hasta el fondo de sus entrañas, Schahrazada continuó: «Tu hijo mayor tiene ahora dos años cumplidos, y estos dos ge- melos no tardarán en tener un año de edad. (¡Alah aleje de los tres el mal de ojo!)» Y añadió: «Sin duda, te acor- darás ¡oh rey del tiempo! de que estuve indispuesta