miliunésima, á contar del momento en que te vi por vez primera, es para nosotros una noche más blanca que el rostro del día.» Y así diciendo, se levantó y la besó en la cabeza.
Y Schahrazada cogió entonces la mano de su esposo el rey y se la llevó á los labios, al corazón y á la frente, y dijo: ¡Oh rey del tiempo! te suplico que llames á tu viejo visir, á fin de que su corazón se tranquilice por lo que a mí respecta y se regocije en esta noche bendita.>>
Y el rey Schahriar mandó al punto llamar á su visir, quien, persuadido de que aquella era la noche fúnebre escrita en el destino de su hija, llegó llevando al brazo el sudario destinado á Schahrazada. Y el rey Schahriar se levantó en honor suyo y le besó entre ambos ojos, y le dijo: «¡Oh padre de Schahrazada! ¡oh visir de posteri- dad bendita! he aquí que Alah ha elegido á tu hija para salvación de mi pueblo; y por mediación de ella, ha hecho entrar en mi corazón el arrepentimiento.>> Y tan trastornado de alegría quedó el padre de Schahrazada al ver y oir aquello, que se cayó desmayado. Y acudie- ron á auxiliarle, y le rociaron con agua de rosas, y le hicieron recobrar el conocimiento. Y Schahrazada y Doniazada fueron á besarle la mano. Y él las bendijo. Y pasaron aquella noche juntos entre transportes de ale- gría y expansiones de dicha.
Y el rey Schahriar se apresuró á enviar correos rá- pidos en busca de su hermano Schahzamán, rey de Sa- markanda Al-Ajam. Y el rey Schahzamán contestó con el oído y la obediencia, y se apresuró á ir al lado de su hermano mayor, que había salido á su encuentro, á la cabeza de un magnífico cortejo, en medio de la ciudad enteramente adornada y empavesada, en tanto que en los zocos y en las calles se quemaba incienso, alcanfor