la cornalina: «Apodérate en seguida de este cochi- no, y arrojale al calabozo subterráneo del palacio. Luego irás sin tardanza á sacar á mi padre y á mi esposo del desierto adonde los has transportado, y me los traerás aqui sanos y salvos, sin magulla- mientos y en buen estado»...
En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
PERO CUANDO LLEGÓ
LA 971.a NOCHE
» Ella dijo:
Luego irás sin tardanza á sacar á mi padre y á mi esposo del desierto adonde los has transpor- tado, y me los traerás aquí sanos y salvos, sin ma- gullamientos y en buen estado. >>
Y al punto fué cogido el visir como se coge un trapo, y arrojado al calabozo subterráneo del pa- lacio. Y al cabo de poco tiempo, el rey y Maruf es- taban en la habitación de la princesa, el rey muy asustado y Maruf repuesto apenas de su borrachera. Y los recibió ella con un júbilo indecible, y empezó por darles de comer y de beber, ya que la rápida carrera les había dado hambre y sed. Y mientras comían, les contó lo que acababa de pasar y cómo había encerrado al traidor. Y el rey exclamó: